A cien años del hundimiento del Titanic, son muchas las historias que salen a flote como la de los tres sacerdotes que por distintos motivos se encontraban a bordo del barco la noche de su hundimiento y ayudaron heroicamente a muchos pasajeros a subirse a los botes salvavidas y, en los momentos finales, acompañaron con los sacramentos y la oración a las víctimas del desastre.